martes, 30 de abril de 2013

MasterChef o cómo tratar mal a la gente

El sábado pasado pude ver la reposición de MasterChef. El programa ya había comenzado y me pareció muy interesante en un principio. A los participantes se les mostró un plato preparado. Lo observaron y cataron. A la señal tenían una hora para coger los ingredientes, cocinarlos y emplatar. Me pareció muy difícil para los que sólo cocinamos y no sabemos de cocina, aunque aseguraban que era un plato fácil.

El programa se volvió preocupante cuando una de las concursantes comenzó a llorar. La cámara se centró en ella, pero no parecía que hicieran nada. Cabía esperar un mínimo trato humano al interesarse por cómo se encontraba y retirarla de la competición para atenderla adecuadamente de no mostrarse en condiciones. Como fuera, no le evitaron continuar en tan horribles circunstancias. Sólo ver a la chica en un mar de lágrimas era un drama.

La actitud del jurado durante la prueba otro aspecto del programa que me confundió. Creía que no debían intervenir, por lo que me los imaginaba con cara de poker pasando entre los concursantes sin interactuar. Para mi sorpresa ponían caras, hacían gestos e incluso formulaban preguntas directamente a los participantes, sembrando en ellos la duda y desconfianza en si mismos.

Al finalizar la prueba los participantes fueron llamados uno a uno para presentar su plato y ser evaluado por el jurado. En esos momentos fui perdiendo por completo la paciencia. Lejos de ser una evaluación crítica y constructiva, la actitud del jurado fue humillante y vejatoria. El tono de las palabras y la gesticulación iban hundiendo de uno en uno a cada concursante. Incluso uno de ellos temblaba al mostrar su plato y rompió a llorar en ese momento. Entonces, quién estaba evaluando el plato, tras hacer una dudosa broma de mal gusto simulando vomitar el bocado que había tomado, se mostró benévolo. Usó expresiones y un tono de voz completamente diferente. Esta actitud de actuar al contrario de cómo la otra persona espera que lo hagas demostró que no había sinceridad, simplemente oportunidad. Buscando siempre la sorpresa y desconcierto.

Sin embargo tiene un aplastante éxito entre mis conocidos. Gente con la que he comentado el programa estos días están encantados con él. Hasta no hace mucho los buenos presentadores eran aquellos que trataban bien a sus invitados. Los buenos concursantes hacían grandes a los concursos. Admirábamos los méritos y esfuerzos. Ahora sólo queremos sangre y reírnos de gente que queda en ridículo.

Da la casualidad de que esta noche hay programa y tengo la oportunidad de verlo. He decidido no hacerlo. Ese programa no mostró los valores de comportamiento social que deseo en la gente con la que trato. Si ese es el precio del triunfo, no fracasar es lo humillante.

Actualizado 20:14
Esta simpática parodia resalta muy bien los detalles del programa. Gracias Juanito H por el enlace. MasterChof es mucho más divertido con diferencia.

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